Acabó septiembre con la cita en La Dehesa, un campo que recordaba difícil y poblado de dragones comebolas. Hacía tiempo que no lo jugábamos, yo al menos, y no lo encontré tan fiero, pero sí con las mismas dificultades que forman parte de su indudable atractivo. Para no romper la costumbre, los cuatro veteranos que componíamos el partido, Antonio López, Pepe Sanjurjo, Paco Mora y el que esto escribe, perdimos algunas bolas. Especialmente dolorosa fue la de Paco, que se despidió de ella tras ser este el tercer partido en que la tenía como compañera, casi toda una vida. Salvo Antonio, que sigue aferrándose a la salida de amarillas, los otros tres salíamos de rojas -¡a mucha honra!- circunstancia que nos ha hecho renovar nuestro tradicional entusiasmo por este deporte. A nuestra provecta edad hemos vuelto a experimentar el placer de poder llegar a los greenes en regulación; otra cosa es que lo consigamos, pero eso también forma parte del atractivo del juego. Así, si en las Lomas estuve para birdie en tres ocasiones y solo convertí uno, en La Dehesa tan feliz circunstancia se me presentó en cuatro ocasiones… y no convertí ninguna. Además, experimenté el amargo sabor de pasarme varias veces, como en las siete y media, y lo que pudo ser gozoso birdie convirtíose en amargo bogey. Como siempre, nuestro compañero y fotógrafo de cabecera, el gran Jesús Pastor, no faltó a la cita de fijar para la posteridad las imágenes de los equipos justo antes de enfrentarse al campo. Sigue teniendo esa capacidad insólita de jugar, y además haciéndolo muy bien, ocuparse de la cámara y tener en la cabeza la organización de los
próximos torneos en los que los elegidos de nuestra Asociación participan. No estuvo sobre el campo nuestro secretario general, Miguel Carnero, que apareció cuando degustábamos un estupendo menú en el chalet social para repartir las tarjetas-premio que los más hábiles habían cosechado en torneos anteriores. Hay que agradecerle cuando menos que siga ocupándose de pastorear a una grey tan diversa, y a menudo díscola, como la que componemos en este club. En La Dehesa, pues, hemos iniciado la recta final de la temporada. Quede para el mármol el nombre de los que superaron a todos los demás: Gerardo Corral en hándicap y José González en scratch. González, buen apellido y estirpe, acaparó dos de los premios en la bola más cercana de los pares tres -¡abusón!- dejando las migajas de los otros dos para Marco Antonio y Gerardo, respectivamente. Esta vez no hubo mus por falta de quorum, pero los que nos quedamos a comer disfrutamos del restaurante, muy de estilo de club inglés, y de un menú y servicio francamente aceptables. Y, aunque ahora hay que aparcar el coche fuera del recinto, reservado exclusivamente para los socios, La Dehesa ha tenido al menos la deferencia de instalar una verja, cuya apertura permite que los más veteranos no tengamos que cargar con la bolsa de palos para traerla y llevarla al maletero del coche, con lo que ello supone para espaldas y riñones muy desgastados por el paso del tiempo. Buena idea, creo, para que la imiten en Las Lomas, por ejemplo. Felicidades a los ganadores y mucho ánimo a los que se quedaron a las puertas. Y a pensar ya en el único torneo que nos queda, en la Base Aérea de Torrejón, antes de la gran fiesta y apoteosis final de La Valmuza.