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Crónicas

    • 09
    • 05
    • 2024
  • Crónicas

    Hombre de Dios

por: Laureano Suárez

Nadie se alarme, en este club aún no hay curas pero ¿quién sabe? Los caminos del señor son inescrutables (Romanos 11:33-36 L Bla). Y en efecto no hay curas pero si Popes, o Papas, que es lo mismo, y digo esto por no decir que hay tipos que “son la hostia” porque esto suele ofender a aquellos que profesan la fe católica en la que la sagrada forma es eso: sagrada.

Y así llegamos al “hombre de Dios”, o sea Domínguez que, por si fuera poco, se llama Francisco, aunque nosotros lo conozcamos por su hipocorístico, esto es: Paco. Porque Domínguez en su significado profundo quiere decir eso: “hombre de Dios”, que fue justo lo que yo pensé cuando vi el marcador, Domínguez, 43 puntos. ¡¡Pero hombre de Dios!!, ¿qué has hecho para llegar a esa cifra, cuando tus “iguales” apenas llegamos a los 33?

Pues, queridos compañeros, milagros, sí, milagros, eso es lo que ha hecho. He de aclarar, en su descargo, que este hombre, de Dios o del diablo, que ¡vaya usté a saber!, en estos tiempos... es, así, de primeras, la calma con patas, con piernas quiero decir, que luego vienen los animalistas y te reprochan que le pongas “patas” a un señor. Y no solo la calma se le atribuye, sino también la moderación, la templanza, la dulzura, el aplomo, la buena educación, el saber estar.

Sí, en la wikipedia hay más sinónimos pero creo que éstos son suficientes para que su nieta se sienta satisfecha de las virtudes de su abuelo y a las que ella, a buen seguro, añadirá alguna otra, inconcebible para nosotros los adultos. Sobre todo si conoces a Paco (risas).

Domínguez Figueras (que tiene madre) se quejaba amargamente de ser un incomprendido: “la gente no me quiere” venía a decir, “se meten conmigo”, creí entender. Y pensé: ¡¡como no!!, con 43 puntos en la buchaca ¿quién te entiende Paco? Si hasta no hace mucho, y la memoria no me traiciona, (cosa rara) penabas con el común de los forrabolas en los 29/30 puntitos. Pero la vida, como dice J.M.S. alguna vez “nos besa en la boca” y eso nos ayuda a seguir viviendo.

Loor a Diego Grinbank, ese hombre que con tal apellido debe andar escondiéndose de los de Bilbao no sea que quieran adquirirlo. No lo digo por la desinencia “dell” si no por “bank” atontaos. Digo loor porque encabezó la clasificación Scratch, que es la difícil. Y no menos honores a quienes lo escoltaron en el segundo y tercer lugar Juan José Pinedo y “Juanito” Alegre, más “Juanito” que nunca desde que ha decidido quitarse un peso de encima.

Y, entre los iguales de Paco, Jesús Valera, con un dignísimo 39, en segundo lugar y Diego G. Goldzac, con 38, fueron la escolta civil de ese Pope llamado Francisco Domínguez Figueras, quién desde su morigerado ser, porque ser... es... y no pasa ná, nos ha dejado a los mortales y esforzados del golf a la altura de los calcetines cortos. ¡Ah! y, para los no avisados, que de todo hay entre los lectores, Diego G. Goldzac es el mismo que ganó el Scratch pero es que si le pongo el primer apellido va a parecer un abuso y otro chascarrillo sobre la banca me ha parecido demasiado.

Y después del deporte y los honores a quienes justamente lo han merecido, nos reunimos la mayoría en la terraza de esa magnífica casa club de Palomarejos a reponer fuerzas, darle un rato a la húmeda y practicar los vicios tolerados y recurrentes: fumar, beber, criticar a los ausentes y jugar al mus, entre otros. En determinado momento, creo que fue ya en los cafés, caí en la cuenta de que en este club de gente de bien, de gente de orden y justicia había infiltrada una mesa de rojos recalcitrantes, dicho sea sin ánimo de ofender a nadie y mucho menos de hacer proselitismo. Claro que, con solo mencionarlo no faltará quien me reproche pero “hombre de dios”, ¿cómo se te ocurre?

Pdta.
Un recuerdo cariñoso para Celia, Lola e Inés, mis compis de partido. Me sufrieron con paciencia y aún me pusieron buena cara cuando, en un alarde de humildad, me erigí en “consejero” deportivo. Vergüenza me ha de dar desde mi desafortunada posición decimotercera aconsejar a quienes pasean por el campo mucha más ciencia y apostura que la mía. Quede aquí constancia de mi oprobio obligado a perpetrar esta crónica que no ha querido ser sino apenas un divertimento, un espacio de paz y concordia, vestido con una sonrisa ¡por favor!