En muchas culturas el número 13 se considera un símbolo de la mala suerte y, fieles a esa tradición popular, los jefes de la Asociación decidieron que al clasificado trece le tocaría escribir la crónica de los torneos, alentando así la triscaidefobia que, por si no lo sabéis, es el miedo irracional a dicha cifra. Yo de triscadefobia nada, más bien, todo lo contrario, para mí lo del trece fue una alegría, aunque luego también resultase irracional. El trece es también el número de la alegría para muchos italianos, por lo menos para los que juegan sus quinielas (el totocalcio), pues el fare tredici, hacer el trece, acertar trece, es sinónimo de lograr el del premio gordo. Pero volvamos a nuestro trece. Acostumbrado a buscarme en los abismos de la clasificación, me dije: Paco, con el trece no te teca volver a escribir una crónica en tu vida. Pero llegó la Junta anual, pedí salir de rojas, otros veteranos se unieron a la iniciativa, y ahora al lío bendito de la tarjeta virtual se nos une el lío “maldito” de salir de rojas, con una buena mochila de puntos en Aranjuez. Resultado: Paco Mora ante el teclado, y lo que parecía imposible se hizo realidad. ¡Malditas rojas! Del torneo de Aranjuez contaros, a los que no estuvisteis, que el campo estaba de pena, vamos, que es manifiestamente mejorable, como las finas del sur de hace medio siglo. Pero los que fuimos y repetimos ya esperábamos encontrarlo así, o parecido. No hubo sorpresa y además, por lo menos para mí, resulta que me parece un campo muy divertido, corto (no hay pares cinco) y con alguna trampa digna de una película del supervillano Fu Manchú. En el haber del torneo, que el día dejo mal a los del tiempo, pues poco viento y sólo un ligero chirimiri (una mititilla, que dicen en Málaga), y que para comer nos quedamos un zurrón, con platos combinados a precios imbatibles, bocatas lo mismo y, como colofón, la tradicional partida de mus. Ahora, el palmarés. En hándicap ganó Adriángela, cada día más jugona y un ejemplo de superación para todos. En scratch, el campeón fue Javier Ángulo, otro jugón, al que espero ver más esta temporada, pues es una delicia charlar con él. Los pares tres fueron para los imperator, Marco Antonio y Diego Luciano, que donde ponen el ojo ponen la bola, y ¡cómo la ponen! Y la guinda para Fernando Herranz, con el cuarto eagle de su vida golfista, en un par cuatro. Felicidades para todos.