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Crónicas

    • 24
    • 04
    • 2023
  • Crónicas

    Es bueno regar el swing

por: Laureano Suárez

Rebujitos y volantes en Sevilla, mientras, en Pamplona se oyó “m’an que pierda”, al
tiempo que el patronímico de la ciudad resucitaba ante el Villareal. Rivalidad para
escribir un libro. Casualmente Barcelona se llenaba de libros bajo la protección de
San Jorge, mientras que el más temido de los actuales dragones de la raqueta,
Carlitos Alcaraz, un chico que en la pista sabe latín, acababa con el griego Tsistipas,
en un pis pas. Curiosa imagen, un “mursiano” aplaudido en Barcelona.

En Madrid, el barrio de Las Rosas, guardaba un puñado de silencio en sus calles
mortecinas a la puesta del sol. Sus rojiblancos vecinos habían sucumbido en la
efervescente Barcelona del día de la literatura y las rosas, el escenario ideal para
que los mandamases de la política, y quienes aspiran a serlo, se rebozasen de
popularidad procurando hacernos creer que les interesa la cultura, mercadeando
obscenamente con las letras.

Pero, ¿y…? ¿qué pasaba en ese tiempo junto al Eresma? ¡Ay amigos!, allí, un grupo
de esforzados deportistas peleaban denodadamente por ser los mejores en esa
deliciosa pradera salida de la cabecita de Chema, el gran Olazábal. En la Faisanera
lidiamos, sin capote y pero con la muleta del hándicap, con 18 bravos greenes
huyendo siempre que podíamos de la arena que, en un campo de golf, es la que
más cornadas reparte.

Y, mientras sevillanos, barceloneses, murcianos y madrileños gozaban o padecían;
mientras rosas, letras, brindis, llantos y raquetazos, llenaban los aires de ese 23 de
abril, y a pesar de que en tal fecha se celebra el día de la lengua española y el de la
inglesa, nosotros, con el put en la mano jurábamos en arameo. Porque, no nos
engañemos, este deporte nuestro, tan amado, despierta a veces en nosotros al
balandrón que llevamos dentro. Muy valientes antes de… y acoquinados después
de… siempre teniendo en cuenta, eso sí, que “el green está muy pisado, lento,
pinchado, rápido, irregular…”, por supuesto.

La cosa es que, en un día apacible, con alguna racha de viento fresco y el sol
entrando y saliendo de su escondite, a unos les fue bien, a Los Golfos del golf por
ejemplo, que fueron los vencedores. Y ya no les digo a ese superdotado que se
marcó 44 puntazos para ganar el torneo. A otros, un poco menos. ¡Ah! ¿No les
había contado que jugábamos un torneo de los, Clubes sin Campo? ¡Jo!, que
despiste.

Pues sí, allí fuimos Sanjurjo, Tomás, Mario, Adriángela, Jesús y el que esto firma a
pelear denodadamente para defender nuestros colores, tocaba rojo, con la mejor
voluntad y el esfuerzo debido. Ya sabéis, esto es como siempre, a unos los hados
los llevaron en volandas y a otros los diablillos del golf les chamuscaron el
resultado con la insidiosa eficacia que exhiben cuando se cuelan en tu bolsa. Hubo,
voluntad, trabajo y suerte que es uno de los golpes más eficaces para mejorar el
resultado. Y risas, que, al fin y a la postre, jugamos para divertirnos y es bueno
regar el swing con sonrisas para que florezca la victoria.