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Crónicas

    • 13
    • 09
    • 2022
  • TORNEO FRESNILLO

    Loor a Rufino

por: Laureano Suárez

Córcholis, exclamó, entre sorprendido y abrumado el autor, cuando Antonio Luis, ese marqués disfrazado de progre recalcitrante que, en otra vida, ya fue almirante de la Real Marina Británica, le dijo desde el rincón más punzante de su sarcástico ser, ¡mira, te ha tocado la crónica!

El muy taimado, se recochineaba, rebozándose en la risa, como un cochinillo en el lodo del sarcasmo. Ocultaba, el muy ladino, que él estaba justo detrás con el mismo triste resultado de 26 puntos Stableford. Mal día de vísperas pensó el aludido, mientras rumiaba la noticia sin saber que lamentar más, si el paupérrimo resultado o el ominoso deber de asaltar el teclado para contar, con más o menos acierto, una jornada de golf entre amigos.

Estaban allí, por supuesto, el merecido ganador del torneo, Rufino Sacristán, un tipo que por su humildad y bonhomía bien merecería ser de la saga de Pepe, no de Sanjurjo, ausente por cierto, sino del monstruo de las tablas. Sí, estaba allí, calladito y de luto, con sus 41 puntos en la buchaca y seguro que, allá en los interiores, muerto de la risa. Lo digo por el luto, o sea.

Tal vez la amenaza de agua de la víspera nos encogió el pellejo a muchos de nosotros porque, algunos, otrora visitantes de las cumbres de la tabla, se emboscaban en la clasificación detrás de los dígitos de la veintena. Todos sabemos que lo más fácil del golf es encontrar razones que justifiquen nuestros rabazos. Y no señalo a nadie sino a mí mismo, extraviado en este día, dudando entre el músculo y la neurona, sin conseguir encontrar la coordinación entre esos dos poderes.

Compartieron mis desdichas, pacientemente, tres formidables compañeros: Matilde, Enrique y Emilio. Si bien es cierto que, a pesar de su tolerancia ante mis desmanes, tampoco a ellos los visitó la diosa fortuna y en su caminar encontraron, a veces la excelencia y a veces… la estridencia. Lo que nunca fue obstáculo para que reinara en el cuarteto, primero la resignación y luego la leal camaradería apoyada en la risa y en los ánimos al prójimo. Ya sabéis, vestigios de nuestra infancia catecuménica. No me refiero a la risa, que no viste hábitos, que yo sepa.

¡Mecachis!, digo, expresión hispana y pudoroso eufemismo que nunca hizo más gracia que en labios de HugGrant, en aquella, escena de Noting Hill tratando de saltar una valla. Mis meca…s fueron un poco más gruesos que los del buen Hug, pero de ninguna manera malintencionados ni ofensivos. Fueron sino una manera de expulsar los demonios del golf que me habitan. Tal vez el más avieso sea “mecagonmimanto”, asturianísimo eufemismo para no mentar a la madre de uno y no ofender a ninguno. Sé que me los perdonáis. Perdón que pido extensivo para estas líneas, producto de la frustración y el desencanto. Sentimientos de los que habréis participado alguna vez aún a vuestro pesar. Pues eso digo. Perdón, suerte para todos y loor a Rufino, un gran tipo y merecido ganador.

P.D.: El ganador de primera categoría fue Jesús Pastor, en segunda (y ganador del torneo) Rufino Sacristán, bola más cercana en el 9 Fernando Herranz y la bola en el 16 quedó desierta.