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Crónicas

    • 09
    • 06
    • 2022
  • Crónicas

    ¡¡Chúpate esa!!

por: Laureano Suárez

Queridos… queridas… el golf, ya lo sabemos, es el gran cabrón. Nada que ver con Bárcenas, nada. Éste es mucho más. Es más, diría que la expresión “gran cabrón” puede ser considerada un pleonasmo puesto que el “gran” se da por supuesto. Viene esto a cuento, no de mi tarjeta de La Dehesa (gran campo, por cierto), ni siquiera por mi ya larga trayectoria de rabazos, no. Es que en uno de los partidos, no diremos cual, alguien dijo no querer irse “con mal sabor de boca”. ¡Que ingenuo!

Claro que, a tamaño dislate siempre hay una mente preclara que es capaz de tornar “ingenuo” por ingenio y parir una respuesta digna de Quevedo. La frase, dicha con una templanza digna de mejor causa, es irreproducible en una crónica de estos tiempos de hiperurbanidad. Pero para dar la réplica al ingenio español, indubitable, está la imaginación. De tal manera es así, que un compañero instó al “saborío” a bote pronto, y sin inmutarse, a ocuparse de algo que traducido a estos lamentables tiempos de hipercorrección podríamos traducir como “succióname el m…” bueno esa cosa que el leguaje de la calle asocia, vaya usted a saber por qué, con una joven pariente del gallo.

Que nadie crea que lo de Quevedo lo digo a humo de pajas. Ya en 1584, un contemporáneo suyo, don Luis de Góngora publicaba un soneto que así decía:

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
ya no envidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

¡Qué jodío Luis! Ya en el XVI sabía él que llegaría un día en que a gustar se convidase a una “dulce boca”. Yo creo que era demasiado suponer pero, cierto es que uno nunca sabe hasta donde llega la dulzura del amor… ¡ay! Una duda me cabe: ¿Qué coño pinta Garzón en todo esto? No sé: Bárcenas, Garzón, chupópteros, ministras… ¿Será que en cinco siglos no hemos mejorado ni mijita? Pos será…

Y perdón, perdón, perdón. Me he ido por las ramas del amor, succionado o no, y en esta crónica ha de hablarse de golf. Hagamos pues loas a Carlos del Corral (¡¡ya podrá!!) excelso ganador del scratch, escoltado por Ignacio Díaz Benassar y por Tomás Muñoz. ¡Cómo se nota el oficio, ¿¡eh!?

En Hándicap otro Corral. Éste de distinta ganadería, Gerardo Corral Cuadrado, quién se impuso con unos imperiales 36 puntos. Ni Emilio Rodríguez ni Paco Domínguez pudieron darle caza a pesar de su buen juego y de la ayuda del viento.

Tanto Domínguez como, Doménech, Hernández y Suárez se consolaron de sus desgracias golfísticas peleando denodadamente por no pagar las copas con cuatro cartas en la mano y la cruda mendacidad en la boca. Esta vez el mal sabor fue para la pareja con más ciencia que suerte. Porque, ya que estamos: “Caerle a uno la breva en la boca, no es suerte poca”. Y a Domínguez y Hernández, por una vez, les cayó la breva.

Queridos…queridas… ensalcemos aquí los gustos de la Vallejo Nájera, esa mujer a quién viste el enemigo, pero cuya filosofía es clara: pidámosle a la vida… ¡¡sabooooor!!