Ser agnóstico, ateo o budista, por decir algo, no ayuda para ganar al golf. Me explico: ayer reinaba en el santoral San Expédito, general romano que ganó una batalla que tenía perdida, solo con la ayuda de dios. Yo me presenté en el campo esperando que el Encín estuviera “libre de todo estorbo”, o sea, expedito. Pero, parece que no, que no lo estaba, al menos para mí. Ya veis lo que una humilde tilde puede hacer porque, aunque mi juego no fue brillante, el puñetero Encín me puso más dificultades de las que esperaba y San Expédito no estaba allí para enviarme un vendaval que empujara mis puts al hoyo. Cierto que habitualmente llevo en la mano una escopeta de feria en vez de un put, pero también es cierto que las curvas de nivel de estos greenes no ayudan mucho. Yo no sé si Javier Angulo es creyente y se encomienda a algún santo entes de empuñar el driver, pero lo cierto es que ayer estuvo bendecido porque hacer 39 en ese campito no está al alcance de muchos. Y no perdáis de vista a Gerardo Corral y a Jesús Ruiz, que le fueron a la zaga con 38. ¡Válgame en señor!, como diría Juan, el de los Chunguitos. Mi oprobio es mayor si tenemos en cuenta las circunstancias. El día era bueno, relente mañanero, no molestaba el sol, no había viento y el campo recibía bien. Y si ha esto sumamos que tuve la fortuna de compartir partido con la encarnación de la calma y el sosiego: Paco Mora; con Antonio López, un caballero que es esto pinta mucho, no en balde está tercero en la clasificación general y, finalmente, con el maestro, el sultán de swing, Crescencio Argüeso, no tengo disculpa: soy un zote. Con semejante compañía, Forrest Gump se hubiera salido de la tabla. En fin, queridos, jugar al golf como un can, es lo que tiene, no solo no ganas sino que, además, te cae en suerte ser el cronista, cuando a mí, juntar tres letras con sentido me cuesta más que resolver una ecuación cuántica. Como consuelo te queda pensar: “bueno, la próxima vez”. Pero, ¡¡cáspita!!, nos espera Cabanillas, ese campo en el que la última vez perdí la paciencia, el ánimo, las fuerzas, la calma y cualquier vestigio de swing que hubiera podido tener.