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Crónicas

    • 09
    • 05
    • 2019
  • Los Angeles de San Rafael

    La historia se repite

por: Javier Lopez Lopez

Creo que este encargo es una broma. El 7 de mayo de 2018 la AEPJG jugó su torneo de Los Ángeles de San Rafael. No me acuerdo en que orden quedé en la clasificación, creo que en el puesto 10, y Javier Hernández me endiñó la crónica. En 2019, y el mismo día del mes de mayo, el 7, Javier me vuelve a endiñar la crónica. Este año me ha tocado el número de la suerte, el 13. Casualmente es el puesto al que, según me recalcó Javier, se adjudica el privilegio de redactar la crónica de la jornada. Como creo que esta elección no es casual a continuación os dejo la crónica que redacté en 2018.
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Crónica del 7 de mayo de 2018
El pasado viernes 11 de mayo durante la clase semanal de golf en El Olivar de la Hinojosa le recriminé a mi compañero Julián García Candáu su escasa asistencia a los torneos de la asociación. Me contesto que no había ido por dos motivos: uno, porque este mes está pasando la ITV médica y, en segundo lugar, porque el campo de Los Ángeles de San Rafael es muy complicado e intimida mucho a los jugadores amateurs como nosotros.
El único aliciente que tiene ese campo, me aseguró, es el gastronómico. Después de pasar más de cuarto horas andando por lo agreste del terreno y maldiciendo a los dioses por la pérdida de bolas reconforta sobremanera, tras una ducha reparadora, enfrentarse en la casa club a unos espléndidos judiones de La Granja y a un magnífico cochinillo segoviano -en su versión asado o cochifrito-.

El 7 de mayo yo me llevé la peor parte del torneo. Aguanté los 18 hoyos, pero me perdí los judiones y el cochifrito. Un tema familiar me obligaba a estar en Madrid a primera hora de la tarde.
Los primeros nueve hoyos se llevan más o menos bien, aunque te vas fuera de límites en alguno de ellos. En el hoyo 4 (par 4), en el que aparece por primera vez uno de los lagos, me coloqué con el primer golpe a la derecha de la calle. Con el segundo, puse la bola en el green. Pero mi sorpresa fue que al llegar para patear, la bola no aparecía, me había ido al agua.
Me recorrí el green y descubrí mi bola en un escalón inferior, un metro y medio por debajo, en una especie de rampa antes de llegar al lago. Pensé dar un salto para recoger la bola, pero a ciertas edades no conviene tentar a la suerte. Anduve unos 30 metros hasta la entrada del green y bajé por una pequeña rampa. Una vez recogida la bola mis compañeras de partido me tuvieron que ayudar a subir hasta el green para ahorrarme la caminata de vuelta.
La segunda vuelta empieza con un par 4 bastante largo. Tras pasar el puente sobra el río Moros, en nuestro buggy, el panorama cambia (este campo es inviable jugarlo andado). Se hace más rústico y llegan los hoyos más duros. La subida al Tourmalet en el hoyo 12 es un verdadero calvario. De las 4 o 5 veces que he jugado en este campo no he bajado de 7 u 8 golpes en la tarjeta. El hoyo 13 es llevadero con una pequeña subida en el primer golpe. El 14 fue el hoyo maldito para todos los componentes de la expedición segoviana. Ninguno de los 19 fue capaz de dejar la bola el green. El premio a la bola mas cercana en este hoyo quedo desierto. A partir de aquí los hoyos hasta el 18 (en el que conseguí el segundo par del día) fueron más llevaderos.
En cuanto a los resultados, José María Sanjurjo se llevó la clasificación hándicap con 32 puntos, seguido muy de cerca por Elena Jiménez, con 30. En la clasificación scratch se alternaron los puestos: el primero correspondió a Elena con 19 puntos seguida, a cierta distancia, por el expresidente con 13. Borja Moreno, nuestro nuevo tesorero, se llevó el premio a la bola más cercana en el hoyo 3.
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Suscribo al cien por cien la crónica de 2018. En cuanto al aliciente gastronómico sigue siendo de alto nivel. Un poco escasa la ración de judiones pero bien compensado por el delicioso pastel de queso de los postres.

Volví a cagarla en el hoyo 12. Este año ni conseguí subir la bola al turmalet, y me apunte una raya. Lo que sí ha cambiado este año ha sido la pésima conservación del campo y el mal estado de los greenes. En cuanto a la calles da la impresión de que habían sido invadidas por una manada de jabalíes furiosos

Para colmo este año llegué sobre la 10,15, con el tornero ya empezado. No por culpa del despertador sino por dos monumentales atascos. Uno, cuando fui a recoger a Pepe Beaumont, para que fuéramos juntos; un recorrido en el que apenas se invierten 10 minutos tardé más de 50. El segundo, a la salida de Madrid por la M40, en dirección a la A6. Una vez en Los Ángeles nos habían reservado dos buggys y tuvimos que ir a la carrera en busca de nuestros partidos a los hoyos 12 y 14. Al llegar al 14 mi partido ya había acabado y se disponían a dar el segundo golpe en el par 5 del hoyo 15. Allí les pillé y empecé a dar a la bola, total 8 golpes y 0 puntos.

Al estrés de la llegada se juntó una lumbalgia que llevo arrastrando un par de semanas. Estuve a punto de abandonar en un par de hoyos pero aguanté hasta el final.

En cuanto a los resultados, mi compi Pepe Beaumont obtuvo la primera posición en la clasificación hándicap con 38 puntos, seguido de Alberto Ortega con 37 y Gerardo Corral con 36. En la categoría Scratch, Elena Jiménez volvió a dominar con 21 puntos, lejos del segundo clasificado, Gerardo Corral con 18 y del tercero, Antonio Serrano con 17. No sé con exactitud quien ganó la bola más cercana. Creo que una la volvió a ganar Elena.

P.D. Javier Hdez: Javier, que seas un hombre con suerte (un año escribes crónica siendo el 10 y el siguiente siendo el 13), debería enchirte de alegría. Y sí, una de las bolas más cercanas la ganó Elena y la otra Emilio Rodriguez. Un abrazo.