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Crónicas

    • 09
    • 03
    • 2017
  • Centro Nacional de Golf

    El viento de El Pardo

por: Valentín Requena

En el Centro Nacional de Golf llegaba el pasado día seis la primera prueba de fuego de la nueva temporada de la AEPJG. Bueno, en realidad, tuvimos dos ocasiones en El Olivar y en el Centro de Tecnificación para quitarle las telarañas a los palos después del paréntesis del invierno puro. Era la primera vez en la temporada que nos enfrentábamos a un recorrido de dieciocho hoyos.

En CNG es un campo duro, en ocasiones poco amable, que tiene la ventaja que está en Madrid y no hay que irse a algunas decenas de kilómetros a jugar. En fin, no lo vamos a tener todo a favor, algo tendremos que sufrir. Pero el pasado lunes tuvimos un hándicap extra, al margen del que ya tenemos cada uno: el viento de El Pardo.

Al ser uno de los campos al más puro estilo escocés, el viento pega como ya pudisteis comprobar, sobre todo en las zonas más altas del recorrido, los hoyos que están paralelos a la M-40 y a la tapia de El Pardo. Si las rachas venían del monte, las bolas se iban irremediablemente a la calle de al lado, mientras que si el viento nos golpeaba el rostro, la bola subía y subía como si se tratara de un buen golpe de aproximación. Por el contrario, si la ventolera nos daba en la espalda, el tiro con el drive parecía que lo había dado un jugador profesional. Ahora bien, en honor a la verdad, de estos, pocos. La ley de Murphy se cumplía con autoridad y el viento siempre, o casi siempre, era en contra o lateral. Todos sabemos la teoría. Cuando el viento castiga, la bola no hay que levantarla, mejor rasita. Pero que si quieres arroz. Esa pequeña esfera blanca, siempre se iba a las nubes o donde quisiera, que por eso tiene vida propia.

Únicamente hubo un lugar donde el viento no nos castigó, la cafetería. Allí, delante de una cerveza, el panorama cambió notablemente y el vendaval pasó a ser historia.
En el capítulo deportivo hay que anotar que la victoria en hándicap fue para Javier Gutiérrez y en scratch, el vencedor, como casi siempre, fue Crescencio Argüeso.

Enhorabuena a los premiados.

Nos vemos en una semana en El Olivar. Sed felices.