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Crónicas

    • 28
    • 06
    • 2016
  • Crónicas

    Réplica a la respuesta de la crónica

por: Juan López Mora

Me levanto, abro la página de la AEPJG, que es de obligada visita diaria por si ha habido cambios imprevistos en el calendario, y me encuentro la respuesta del presidente (¡Hola, don José!) a mi crónica del Fresnillo.

¡Caramba! Eso nunca lo había visto. Creía que los cronistas podíamos vivir nuestros minutos de gloria, pero el presidente (¡Hola, don José!) no me lo ha permitido. La respuesta a mi crónica ha sido inmediata y fulminante, y me ha privado de encabezar el prestigioso apartado de crónicas.

¿Respuesta a mi crónica? ¿Y por qué? Si yo había escrito una crónica, tal y como dije, en el sentido literal de la palabra. Es decir, un pormenorizado relato de los hechos que yo presencié y de los que tuve conocimiento. Ni un solo adjetivo ni juicio de valor para que los lectores tuvieran un preciso conocimiento de lo ocurrido el 27 de enero de 2016 en el torneo del Fresnillo.

La verdad es que no me quedé con buen sabor de boca. ¡Vaya estupidez que he hecho!, pero vaya la verdad por delante de todo. No me sentía inspirado para contar los “chupi lerele” que lo habíamos pasado, ni provocar la envidia de nadie por haberme ido a dormir la noche anterior al hotel Fontecruz, pegado al campo de golf, con mi caddy Juan Pedro.

Fue un acierto. Precio de la habitación doble: 47,70 euros al aprovechar la oferta de mayores de 65 años, aunque aún nos falten seis meses para cumplirlos. Fue un plan realmente magnífico. Jamón del bueno, tortilla de patatas casera y arroz con leche de cena, vimos el 4-0 del Bélgica-Hungría, también algo del resultado de las elecciones, y a la cama presenciando la lucha de Jon Rahm por hacer historia (el hotel tiene Canal Golf) para dormir a continuación sin los calores de Madrid. A las 08:15, en pie, y ya estábamos a 200 metros del campo. ¡Magnífico!

La partida resultó extraordinaria. Con Alcaraz (mi maestro), Pedro González (mi admirado) y Tamargo (mi compañero del Camino de Santiago en 1992). Del buen ambiente con el que jugamos pueden dar fe ellos. De lo fenomenal que jugaron lo doy yo. Por ejemplo: bola al hoyo desde 40 metros de Alcaraz en el 1, cuatro pares seguidos de Tamargo, asombrosa regularidad de Pedro González en los seis primeros hoyos…

Así podría seguir, pero... ¡Qué caramba! Quienes lean esto estarán esperando que el presidente (¡Hola, don José!) y yo empecemos a darnos de hostias. “¿Has visto la respuesta de Pepe al idiota de Mora?” habrá sido la comidilla cuando el personal abrió la página para ver qué pasó en El Fresnillo, que todos somos muy cotillas y nos va la marcha.

Bueno, eso sí, todos se habrán llevado la sorpresa de ver publicada la crónica, y la innecesaria respuesta del presidente (¡Hola, don José!) en un tiempo récord. Porque esa es otra. La anterior ocasión que tuve que realizar una crónica la envié la misma tarde del torneo, y fue publicada varios días después, pero sabido es que la AEPJG no se caracteriza por la inmediatez de sus noticias. Uno de sus últimos ejemplos es cuando colgó el orden de salidas a menos de 24 horas de que comenzara el torneo del Encín.

¡Bien! Pues algo hemos arreglado. Que la AEPJG recupere la rapidez deseable. Vamos ahora al meollo de la cuestión, que es la respuesta del presidente (¡Hola, don José!) a mi crónica.

Respuesta a todas luces ni necesaria ni solicitada. Relaté los hechos, para que cada uno obtuviera sus conclusiones, pero ya que el presidente (¡Hola, don José!) entendió que deseaba aclaraciones, yo también le voy a dar las mías para solaz de quienes nos lean.

Tener que levantarse a las 06:30 horas para jugar al golf lo considero una estupidez. Y no debo andar muy desencaminado cuando a cuantos miembros de la AEPJG se lo comento me dan la razón, excepto dos hasta la fecha: el presidente (¡Hola, don José!) y José Ignacio Tamargo.

La reflexión ésta del madrugar no es mía, sino que partió de Eduardo San Martín tras jugar un año en Palomarejos tras el consabido madrugón, y fue muy celebrada por cuantos la escucharon durante la comida. El calificativo de estupidez sí es mío, y viene a cuento de que todos sabemos cuánto nos gusta madrugar a los periodistas. ¡Toda la vida levantándonos tarde, para tener que madrugar ahora para jugar al golf!

Digo yo si ésta será una de las razones por la cual el descenso de participación en los torneos que se celebran fuera de Madrid es un hecho: 19 clasificados en Palomarejos, 17 en El Fresnillo y Cabanillas, 12 en Valdeluz, 11 en Los Ángeles de San Rafael, otros tantos inscritos en Layos…

Teniendo en cuenta que somos 131 los miembros de la AEPJG, hemos acabado por convertir los torneos en pachangas, palabra utilizada por el presidente (¡Hola, don José!) para definir la partida celebrada por un grupo pequeño de amigos. Entonces sí sería de recibo encontrar “horarios más amables”, dicho también por el presidente (¡Hola, don José!), pero no son propuestos porque somos “ciento y pico y hay que pensar en las circunstancias de cada uno”, palabra del presidente (¡Hola, don José!).

Entre esas circunstancias nombra el presidente (¡Hola, don José!) el trabajo. Y me pone a mí ¡de ejemplo!: “Hay compañeros que trabajan y no tienen tu suerte de poder ir cuando quieran y a la hora que quieran; los hay que tienen que cumplir un horario y a veces escrupuloso y la única forma que tienen de compaginar trabajo y golf es madrugando”.

Querido presidente (¡Hola, don José!), por esa razón del bendito trabajo yo fui a dormir la víspera del torneo del Fresnillo al hotel Fontecruz. Fíjate si tenía que trabajar, que salí pitando del campo sin tiempo para tomar tan siquiera la consabida cerveza, pues tenía que estar en el AS a las cuatro y media ya que recibíamos la visita de los equipos femenino y masculino juvenil del Atlético tras haber ganado sendos campeonatos.

La mayoría del resto de participantes en el torneo no sólo se quedaron a tomar la cerveza, sino a comer, señal de que estaban felizmente jubilados o habían pedido el día libre para jugar al golf, que son prácticamente las dos únicas soluciones para jugar los torneos fuera de Madrid. ¿Cómo se justifican entonces esos madrugones? ¿Por imposición de los campos? Eso está por ver, convertidos los torneos en pachangas bajo la presidencia del actual presidente (¡Hola, don José!).

Presidencia, por cierto, con la cual hemos ido perdiendo campos como La Herrería, Retamares o Centro Nacional de Golf, sin que a Lerma nunca hayamos ido a jugar, al menos desde que pertenezco a la AEPJG.

No obstante, dilecto presidente (¡Hola, don José!), mi discrepancia no supone obstáculo alguno hacia tu gestión, sólo ligera oposición, la cual viene a enriquecer todo organismo regido por la democracia. Ya sabes que mi respeto hacia tu persona es máxima, hasta el punto de que, ante mi ausencia, te otorgué mi voto en la pasada asamblea o accedí a una entrevista con el candidato a la Federación Madrileña de Golf que era de tu gusto.

Encantado, por tanto, de tu respuesta a mi crónica que me ha proporcionado esta justa, creo yo, réplica al ser aludido sin que fuera necesario, pues nada pedía ni reclamaba. Los hechos hablaban por sí solos, y tras tu explicación, la misma me da pie para solicitar en la próxima asamblea peticiones sobre la hora de comienzo de los torneos o preguntas de si el presidente (¡Hola, don José!) recibe buggy de cortesía en los torneos de la AEPJG.

Espero que con la publicación de esta réplica se dé por terminado el tema, pues de lo contrario me veo parodiando a los hermanos Marx en Una noche en la ópera: “La parte contratante de la primera parte…”

Un saludo, y felices vacaciones a todos.