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Crónicas

    • 11
    • 06
    • 2016
  • Crónicas

    La vuelta del Marshal

por: Pedro González

Jugar bien al golf es en principio fruto de un don natural y, sobre todo, del esfuerzo por mejorar, que permita por lo tanto desarrollar esa virtud que no adorna precisamente a todos los humanos, yo mismo, sin ir más lejos. Pero, además, el juego es mucho más preciso, seguro y a la postre divertido, cuando se conocen bien –y se respetan a rajatabla- sus reglas universales.

Unos cuantos testigos pudimos comprobarlo en la soleadísima mañana con que nos acogió El Encín. Allí estaba nuestro querido Carlos S. Alcaraz, marshal de hecho y de derecho de nuestras competiciones para, Libro de Reglas en mano, amonestar, aconsejar y en definitiva enseñar qué y qué no se debe hacer ante determinadas situaciones.

Dado que debido a mi provecta edad y antecedentes procuro jugar en buggy (en determinadas circunstancias, sobre todo de calor, no resistiría hacer el recorrido de otro modo), tuve la suerte de poder ir en el partido del marshal, y al igual que mis compañeros aprender un poco más. Ver jugar a Carlos es, además, una delicia, que me recuerda el chiste del equipo de tercera de división al que le cae la lotería de emparejarse en una eliminatoria de Copa con el Real Madrid. En uno de los lances del juego, Cristiano se apresura a lanzar una falta cuando se extraña de que la barrera, en lugar de ponerse frente a él se coloca mirando a la propia portería. El portugués interroga a los defensas por tan extraña forma de defenderse de su portentoso disparo y recibe la sorprendente contestación: “Para una vez que tenemos ocasión de ver en directo un gol de Ronaldo no nos lo vamos a perder”.

Como es obvio, tan solo fijándose en el marshal, en sus gestos y movimientos por el campo se adelantan varias lecciones en el manual del buen golfista. Esperemos, pues, que su presencia pueda ser más asidua.

En cuanto al Encín, el campo estaba realmente magnífico. Le han cambiado el slope, haciéndolo un poco más difícil. Sus greenes siguen tan endiablados como siempre, al tiempo que la magnífica y lluviosa primavera que hemos tenido ha convertido en una experiencia infernal visitar los roughs, lugares apropiados por otra parte para que los numerosos “ojos de lince” de nuestro club repongan su stock de bolas.

Por cierto, parece que el agua sigue imponiendo mucho respeto, porque no son pocos los que al llegar al tee de salida del 16 cambian de bola y eligen una de mucho menor precio y calidad. De seguir así, cuando vacíen el lago en esas bolas de segunda mano no va a haber más que morralla.