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Crónicas

    • 12
    • 07
    • 2015
  • El Fresnillo

    Bajo un sol de justicia

por: Pedro González

No fueron chuzos de punta sino los rayos de un sol
implacable los que ambientaron el primer torneo grande de la temporada, ése en
el que el Club invita amablemente a los socios que hayan participado en al
menos dos de las citas del calendario hasta ahora disputado. Era la última
oportunidad de presentar una buena tarjeta antes del parón del verano.

Ávila es esa maravillosa y fría ciudad medieval en invierno,
y absolutamente calurosa –como toda Castilla- durante el estío.
Afortunadamente, El Fresnillo es como un oasis en medio de la paramera. Fuimos
veinticuatro esforzados concursantes los que acudimos a la cita, entre los que
vimos algunos debutantes del curso. Por ejemplo, nuestro secretario general,
Mario Díaz Camacho, que se incorporó con renovados ímpetus después de amamantar
a su retoño durante su primer año de vida. Por las fotos que mostraba, ufano y
orgulloso, el pequeño promete, mientras el padre hizo un score de auténtico
emboscado: 42 puntos stableford, que no obstante no le valieron más que para
quedar en un carísimo segundo puesto.


El triunfo, por partida doble, tanto en scratch como en
hándicap le correspondió a Raúl Rojo, con 27 y 44 puntos, respectivamente, en
un recorrido absolutamente impecable.


Hubo otro acaparador, Juanan Villanueva, que no se conformó
con colocar la bola más cercana al hoyo en el correspondiente par 3, sino que
también lanzó el drive más largo, un trallazo de 260 metros en el par 4
hándicap 1 del campo.


Hay que reseñar también el debut de Ángeles Macua, que anotó
sus primeros puntos e incrementa levemente nuestra aún escasa representación
femenina, si bien es asimismo justo resaltar que Lola Torres, Pilar Cabezón y
Marisa Perales son de una constancia a prueba de bombas.


Las obras en el restaurante del Club de Golf nos depararon
el venturoso hallazgo del restaurante del hotel situado enfrente. Un menú más que
aceptable, con una decoración tan austera como agradable, y un servicio que
merece seguro nuevas oportunidades por nuestra parte. El buen ambiente, risas,
anécdotas y chascarrillos jalonaron platos tan típicos como las patatas
revolconas con sus correspondientes torreznos, lo que vino a demostrar que a
los que las degustaron, por cierto con verdadera fruición, el sol de justicia
de la jornada les había dejado más bien fríos.