Cumplido el primer tercio de la competición, llegamos a la temporada alta, mejora el tiempo, días más largos, oportunidad perfecta para empezar a jugar torneos con asiduidad e ir tratando de sumar puntos para saber cuáles serán nuestros verdaderos objetivos en el último tramo del año.
En esas llegamos a El Encín. Las condiciones eran perfectas para disfrutar de una gran vuelta: mucho sol y poco viento. Pero El Encín siempre tiene la receta para empitonarnos sin piedad. Sus ingredientes son sencillos: bunkers de arenita playera para pegarla pesada y greenes enrevesados con unos desniveles tipo Mortirolo.
Y es que la famosa frase de “El Encín, cuidadín” no puede ser más acertada. Cuando el par parece que está ahí, un nervio te saca el boliche fuera de green. Luego lo de siempre, cabezas gachas y jugadores en llamas deambulando hacia el siguiente tee.
Como siempre lo mejor fue el ambiente, las risas y el buen ánimo generalizado entre los jugadores. Sin olvidar la magnífica organización. Mención especial a nuestro fotógrafo, que logra que nuestros swings parezcan dignos. Y para eso hay que saber la de dios…
PD: Esta crónica está hecha desde el cabreo de haberme tirado 46 putts… Me c… en la ma… del que diseñó los greenes y puso las banderas.
