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Crónicas

    • 29
    • 10
    • 2019
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    ¡Menudos palos!

por: Laureano Suárez

Ni los adoquines, ni la bicicleta… la culpa fue nuestra queridos. Porque en Austria nos fuimos al suelo. Como diría Valdano, la trompada fue épica: últimos y a cien puntos del penúltimo. ¿Culpables? Todos y ninguno. Ninguno porque los que allí estuvimos pusimos, sin duda, todo de nuestra parte para hacerlo lo mejor posible. Que no pudimos está claro. Todos, sí todos, porque en el club somos más de cien afiliados y, por hache o por be, no conseguimos ni siquiera los diez requeridos para viajar. Fuimos nueve. Nueve esforzados e ilusionados golfistas, que duda cabe, pero no los mejores ni los más preparados, solo hacía falta echar un vistazo a nuestros hándicaps. Si a eso añadimos que algunos no tuvimos el mejor día de nuestras vidas agarrados a un palito, el palo, el otro, el que duele, estaba cantado.

Bien, a partir de ahí, también hubo cosas positivas, que duda cabe. La primera: a pesar de nuestra decepción, tras la primera jornada, el ánimo no decayó y el grupo se mantuvo unido en la desgracia pero con al ánimo de mejorar en la segunda jornada. Ánimo y voluntad, no faltaron, esa es la verdad, pero suerte y acierto fueron dos términos que no viajaron con nosotros. De cualquier modo, y tras la debacle en las tarjetas, allí no se oyó ninguna discrepancia: malos, sí; pero compañeros y solidarios, siempre.

Y claro, después de la decepción, la frustración, el sofoco y la vergüenza de portar el farolillo rojo (color que no nos es ajeno en otros ámbitos, esa es la verdad) hubo alguna que otra reflexión. La primera, ya apuntada al principio, la más obvia: no llevamos el mejor equipo que podríamos haber llevado. ¿Contribuyeron otras circunstancias? Seguro que sí. La primera, el campo. Precioso campo Murhof. Situado en un frondoso valle al norte de Graz, es un lugar precioso para jugar al golf pero, al mismo tiempo, una tortura para los jugadores que no van largo y para los que no somos precisos en la línea del golpe. Campo largo, larguísimo festoneado por gigantescos árboles que, situados estratégicamente, no contribuían a facilitar el recorrido.

Finalmente, hemos de reconocer que nuestro pecado de menesterosidad, (horrísono palabro que juro está en la RAE), contribuyó notablemente al nefasto desempeño del equipo en el campo: no llevamos nuestros palos. La cuenta de la vieja nos lo dejó claro: llevarlos 160 euros, alquilarlos 60. La cosa estaba clara, los 100 de diferencia era mejor gastarlos en cava para celebrar la victoria (aquí la tele pondría risas en lata). En nuestro descargo, si lo hubiere, hay que decir que se nos prometieron nueve juegos de Taylor Made nuevos. ¡¡Y nos lo creímos!! Aquello sí fue un dolor. Eran malos, viejos y cada uno de su “vater” y de su “mutter”. O sea, una… Para rematar, no eran 60 ¡eran 75 euros! Pagamos, claro, pensando que el término gilipollas se quedaba cortísimo parar definir nuestra candidez.

Total, la gloria no era nuestra y la perspicacia no fue nuestra virtud. Menos mal que el entorno, el ambiente, la ubicación, las viandas… fueron un desastre. Para muestra un botón: el hotel, una mala residencia de estudiantes en España, estaba situado debajo de dos aviones, un Boeing 727 y un Ilyushin Il-62, en una especie de tierra de nadie en un polígono. La SS, Sanjurjo y Suárez, compartían habitación: cama doble. ¡Hey, recepcionist, I’m not married with this man! ¿understand? Me entendió a la primera pero, con una cara como el “cement” e impávido me dijo: “I´m sorry, I haven’t another”. No lo sentía ni un carajo, naturalmente, y me miraba como diciendo “es lo que hay” pero en alemán. Finalmente no hubo consumación porque Carlos tenía dos camas para el solito. Gracias Carlos.

Para ir al centro de la ciudad, que es muy bonito, había que utilizar coche; para almorzar, carne, para cenar, carne; nueve cervezas y nueve cafés ¡¡¡60 eurazos!!! Y en la cena de gala alguien sentenció: “vamos a ver que han hecho para estropear el salmón”. Que clarividencia. Pasado y rebozado en semillas, podría ser salmón, trucha, perca o lucio para el caso… Menos mal que, a los postres (sin comentarios), presentamos el hotel y los campos de Gran Canaria del año que viene. Lo mejor que se puede decir para describir la impresión es que Tena o Indasec, que tanto absorben, son uno de los mejores inventos del SXX. No te digo más.

Resumen: compañeros, hay que hacer un esfuerzo para que el equipo esté a la altura del campo y el hotel. Bien es cierto que en Canarias lo tenemos fácil, solo se puede mejorar. Estoy seguro de que lo haremos estupendamente. Austria no debe ser un ejemplo. Campo y hotel son ganadores. ¿Por qué no el equipo? Muchachos del hándicap fino, id haciendo planes. Os necesitamos. Los forrabolas como el que suscribe estamos dispuestos a hacer de caddies, término que en tiempos en Edimburgo –algo saben de golf allí- equivalía a mozo de cuerda o de cuadra. Nada podría definir mejor el estilo de mi swing. Y así le va a mi hándicap. ¡¡Salvadme de esta ruina!!