Contacto

Crónicas

    • 24
    • 10
    • 2017
  • Jardín de Aranjuez

    Metidos en un Jardín

por: Beatriz Navarro

El día maravilloso, el sol esplendoroso, el campo pedregoso...No, no demasiado cursi. Empecemos otra vez: el sol pegajoso, el juego lastimoso, el campo pedregoso... Tampoco me gusta, pero piedras había un montón, lo reconoceréis conmigo. Y el suelo estaba más apelmazado que una era en tiempo de trilla. Y tenía calvas y durezas, impropias de su nombre, Jardín de Aranjuez. Apellidarlo rústico sería más acertado. En Escocia a los campos así, digamos con cada piedra y cada matojo donde lo colocó amorosa la madre naturaleza, los llaman links. El de Aranjuez es un campo diferente, de una modalidad a la que no estamos acostumbrados, pero agradable y bien diseñado, con hermosas vistas y mucho recorrido. Eso sí, los greens maravillosos, como recién peinados. Un paraíso verde en contraste con sus calles broncas y malencaradas. Y el personal encantador. Dicen que el campo ha mejorado considerablemente desde que lo gestionan los propios empleados, después de que la anterior empresa abandonó su responsabilidad, dejándolo en un estado lamentable.
Me tocó jugar con Mati y Chelo. Lo pasamos bien, pese a que tuvimos nuestras historias. Que si Chelo pierde el bolso, (luego aparece en medio del campo); que si el buggie se para en una cuesta y hay que abandonarlo; que si nos equivocamos de hoyo y el campo entero se pone a bramar para que saliéramos inmediatamente...En fin, minucias. Pero jugar, jugamos. ¡Y cómo jugamos! Cada una como pudimos, claro, por esas calles inclementes pobladas de bunkers oceánicos. Menos Mati, que poder puede un rato, y jugar juega a llegar lejos. Yo cuando más feliz me sentí en esta jornada fue en algún hoyo en que conseguí sumar los mismos puntos que ella, pero eso ocurrió pocas veces. Por su parte Chelo se especializó en la llamada bola saltarina. Las enviaba rasantes, y luego botaban juguetonas en el suelo pétreo, sumando metros y expectativas. Pero cuando de verdad disfrutamos las tres fue cuando Mati hizo un birdie espectacular en el hoyo ocho. Era un par cuatro para un hándicap dos y ella lo hizo en tres golpes. No es de extrañar que quedara en segundo lugar en la clasificación stableford neto, con un resultado de 33 puntos. En la lista le ganó por dos puntos su compañero del alma, Antonio. En Stableford bruto el número uno del torneo fue un habitual de los primeros puestos, nuestro amigo Crescencio.
En fin, mi balance es que pasé un buen día, lució un sol espléndido, me metí en un jardín que se las trae, y me he fijado una meta para motivarme a jugar mejor: Yo de mayor quiero ser como Mati.